El visible salto de calidad hacia la plena igualdad de derechos de la mujer con el varón, que los expertos vinieron reconociendo en los últimos años, mantiene sin embargo importantes áreas que se mantienen ajenas a esa saludable tendencia, especialmente en lo que se refiere a la desigualdad de oportunidades que se advierte en el campo laboral, en donde siguen planteándose situaciones injustas, de discriminaciones y brechas que, por razones de género, forman parte de las asignaturas pendientes de nuestra época.

Así, tal como se reflejó en este diario en ediciones anteriores, un informe de las Naciones Unidas determinó que las mujeres latinoamericanas ganan un 19 por ciento menos que los hombres, que quedan excluidas de los cargos directivos y que irán asumiendo cada vez más horas de trabajo no remunerado a medida que la población envejezca.

El estudio de la ONU que lleva el título “Trabajo al servicio del desarrollo humano”, señala también que más de la mitad de las empresas de Latinoamérica no tiene a ninguna mujer ocupando un cargo directivo, y que aquellas que logran alcanzar posiciones jerárquicas ganan un 53 por ciento menos que sus homólogos varones.

Se señala asimismo que, al igual que en el resto del planeta, las mujeres latinoamericanas tienen a su vez más dificultades que los hombres para abrir sus propias empresas pero, cuando lo hacen, un número “desproporcionadamente” elevado de sus compañías no logran salir adelante ni consolidarse, advierte el documento

Cabe señalar que esto ocurre cuando, por primera vez en la historia, el número de mujeres con título universitario supera al de hombres con el mismo nivel de formación. Es así que de los casi dos millones de profesionales con que cuenta Argentina, el 54,4 por ciento son mujeres, según mostró el último censo nacional. Pero las mujeres profesionales no sólo han tomado la delantera en cantidad. Además de que seis de cada diez estudiantes que egresan hoy de universidades públicas y privadas son mujeres, ellas completan en general sus estudios en forma más temprana y con mejores promedios que sus compañeros varones, según datos de la UNLP.

Debe admitirse, entonces, que la discriminación hacia las mujeres es un flagelo que aún está enquistado en la civilización occidental, para no hablar de otras culturas donde son directamente relegadas a un rol de inaceptable sometimiento. Muchas mujeres enfrentan mayores dificultades que los hombres para su inserción laboral y profesional y están más expuestas a las distintas formas de violencia social, dentro y fuera del hogar.

Ya en anteriores oportunidades la Organización de Naciones Unidas había remarcado, por ejemplo, que “en casi todos los países las mujeres siguen estando subrepresentadas en los puestos de adopción de decisiones” y su trabajo “es subvalorado, insuficientemente remunerado o no remunerado en absoluto”.

Es cierto que se ha avanzado en lo que se refiere a las desigualdades de género que padecen las mujeres. Pero ello no significa que el problema esté superado. Si bien el rol de la mujer es cada vez más valorado, es mucho lo que falta. Y en esa dirección deben orientarse todos los esfuerzos.

Fuente: eldia.com