Autor: Ismael Bermúdez
La economía argentina debe crear más de 200.000 puestos de trabajo por año para que empiece a bajar el desempleo que se ubica en el 9,3%. Y para llegar a 2019 con una desocupación cercana al 6%, la creación anual de empleo deberá estar en torno a 400.000 puestos. Esta conclusión de la consultora Ecolatina importa un desafío para el país donde en los últimos 10 años el empleo que se creó solo acompañó el crecimiento de la población. Por eso, hoy las tasas de desempleo y de empleo son similares a las de 2006. Además, desde 2011 el empleo no crece.
Este desafío parte de un país con 1.550.000 desocupados (9,3%), casi 2 millones de subocupados y otro tanto de ocupados insatisfechos con sus empleos. Son 5.400.000 personas, el 31,2% de la población activa, que tienen problemas de empleo. Y de los asalariados ocupados, el 33,4% se desempeña “en negro” y afecta en mayor proporción a jóvenes y mujeres.
Los últimos datos difundidos por la gestión anterior habían sido los del segundo y tercer trimestre de 2015, con desempleo del 6,6% y 5,9% respectivamente.
La directora de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) Cynthia Pok aclaró que no era recomendable la comparación con la medición de un año atrás porque esa diferencia de 2,7 puntos podía deberse a las irregularidades de las anteriores mediciones, a distintas proyecciones de población y también una parte a lo que pasó en el mercado de trabajo durante la gestión del actual Gobierno.
El economista Claudio Lozano asegura que de esa comparación surge que habría unos 666.000 nuevos desocupados, de los cuales la mitad corresponde a “la recuperación de la credibilidad en las estadísticas públicas del nuevo INDEC y la otra mitad a la política económica del gobierno de Macri”.
“Todas estas estadísticas, junto con otras, muestran que en términos estructurales la situación del empleo es muy grave”, admite José Anchorena, subsecretario de Programación y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo. El funcionario considera “que hay que poner énfasis en la tasa de empleo, que es del 41,7%, como porcentaje de la población total. En Uruguay, para tomar una referencia regional, es de 47,3% y en Australia, para tomar una estructura de similar factores de producción, es de 49%. Si la Argentina tuviera una tasa de empleo similar a la uruguaya, tendría casi 1,5 millones más de ocupados; con una tasa similar a la australiana, serían 2 millones más de ocupados”.
Juan Luis Bour, director y economista Jefe de FIEL observa que las tasas de actividad son similares a las observadas unos 10 años atrás. En cuanto a las tasas de empleo, son similares o algo inferiores. Profundizando el análisis, Bour habla de un “estancamiento” del mercado laboral en este período largo de más de 10 años, sin contar lo que pasó en el período de manipulación estadística 2007-2015. Y asegura que “la baja tasa de actividad –o sea, el porcentaje de población en el mercado laboral- es un indicio de no haber aprovechado esta última década para aumentar la participación laboral femenina Todo indica también que cayó la participación laboral de población joven (hasta 29 años), hombres y mujeres, más allá del aumento en las tasas de escolaridad”. Además, agrega, la estadística “también muestra que la proporción de trabajadores informales sigue siendo alta” y que, por lo tanto, la “calidad media del empleo es baja”.
Javier Lindenboim, director de CEPED, Instituto e Investigaciones Económicas de la UBA, coincide en que las actuales tasas de actividad y de empleo son casi iguales a las que regían una década atrás.
“La diferencia cuantitativa más visible es que la tasa de desempleo era de 1,5 puntos porcentuales más alta. En 2006 el equipo a cargo del operativo de la EPH era el mismo que el que fue repuesto en sus funciones en los meses recientes”. Y agrega que “esta constancia del volumen relativo de empleo podría interpretarse, al menos, de dos maneras. Una que el mayor nivel de actividad económica es producido con mayor eficiencia productiva. La otra mirada postula que estaríamos en presencia de un estancamiento luego de un importante lapso de crecimiento económico”.
Lindenboim concluye que “en comparación con América Latina tanto la tasa de actividad como la de empleo son bajas. Si bien ambas dependen en parte de la estructura poblacional y la de nuestro país ha tendido a su envejecimiento –lo que resta potencial en las edades centrales-, es cierto que el insuficiente dinamismo de la actividad económica parece ser un factor clave de este bajo desempeño”.
Fuente: ieco.clarin.com